Si hasta aquí habeis leido, ya sabes que estás invitado a las Fiestas de la Virgen del Patrocinio cualquiera que seas, lector. Verás como conforta tu alma el asistir a ellas, verás un pueblo, en el que todos entran, salen, rien, hablan fuerte, las caras se hacen expresivas, están excitados, detonantes, explosivos, emocionados, amables, espléndidos... ¡MEDITA!... ¿Por qué estas gentes se ponen así?... Porque llevan abiertos de par en par los ventanales del alma, porque sienten como el gran poeta de Dios, San Agustín, el optimismo, la alegría de la fé y de la vida, de la libertad, de la esperanza; es como un potente faro que esparce sus destellos, sus ráfagas de luz a los más reconocidos del alma humana, por torva que sea, recordándole, que él, el hombre, operario de lo eterno es un testimonio vivo de Dios.
Debe ser una preocupación obsesiva de todo el mundo que el hombre pueda satisfacer un minimun de sus necesidades vejetativas y con ello ganará en equilibrio mental y sosiego. Como necesariamente siente el afán de su felicidad es forzoso hacerle ver ésta, en sus justas dimensiones, para que comprenda, que la posible, no la utópica y risible, no puede ser completa; ha de ser truncada, y con ello te tendríamos apto para paladear agradecido a Dios la que le corresponde, con la estoica dureza y temple necesario para aguntar con resignación lo que la vida tiene de fatídico, de inexorable valle de lágrimas.
Dice Kempis "Lo que no puede el hombre enmendar en sí, ni en los otros, debe sufrirlo con paciencia". ¡Eh aquí una fórmula superior de cultura capaz de alegrar su vida y ahogar el lamento y quebranto que le aturde porque le retumba bajo la bóveda de su cráneo, porque quisiera ser eterno, precisamente porque no lo es.
El hombre actual basado en su miseria y su orgullo creyendo bastarse a si mismo, es infeliz, materialista, hosco, huraño, maldiciente fácil para ser cazado con el espejuelo de la felicidad integral, y fácil a sustentar teorías como el existencialismo, que no le dejan sacar los pies del barro ni le alivian de la angustia del vivir.
El remedio lo saben todos no lo descubro yo, pero como padece una enfermedad que yo llamaría avitominosis metafísica, "no quiere sufrir la tentación de Dios" como dijo elegantemente una celebre poetisa.
Es muy fácil, lector, bastaría con que se leyese con cariño a San Agustín y nos resultaría un hombre que tendría siempre encendida en el santuario de la Fé de su alma la lucecita de la alegre, paciente y confiada Esperanza ¡¡Qué sencillo!!... Eh aquí un hombre con nobleza obliga.
A este hombre se le parece mucho el penaguilense en fiestas a su Virgen. De rodillas ante Dios y su Virgen del Patrocinio, con el corazón alborazado y los nervios tremantes, siente con clarividencia, el valor de los conceptos tantas veces definidos y siempre tan mal comprendidos, de la Libertad y de la Fraternidad humana.
No dejes de vener, recuerda la frase de Don Jacinto de que "algo hay en la farsa de la vida que no es farsa" y esto es precisamente lo que no se compra con diner. ¡¡CREEME, VEN!!
Luis Segura
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