Felipe IV
ordenó en toda
España que se celebrara el
Patrocinio de la Virgen María, dando en
Penàguila debido cumplimiento la familia del Dr. D. Pedro Domenech al establecer
las bases de la “Huità
Introducción:
la llegada de la Virgen del Patrocinio
En
el año 1648, encontrándose el capitán Francés Juan Fenollar en Nápoles al
servicio del los reales ejércitos del Rey Felipe IV, envió a España a la Virgen
del Patrocinio dentro de un arca junto a una pila de mármol de Carrara surcando
el mar hasta desembarcar en Denia.
El
15 de mayo de 1648, día de San Isidro Labrador, se produce la llegada de la
Virgen del Patrocinio a Penàguila, quedando relegada en el olvido por muchos
años hasta que acudió en su auxilio Mossen Pedro Pascual.
Penàguila
estaba atravesando una pertinaz sequía, que llevó a sus moradores a aclamarse a
diversos santos, sin producirse el milagro de la lluvia. Un día Mosen Pedro
Pascual, reunido con los vecinos, les exclamó: “Señores no se cansen en hacer rogativas, que no lloverá hasta que
saquemos en procesión la Imagen de Nuestra Señora, que está olvidada de todos
en aquella capilla”. De forma presurosa, todos los vecinos sacaron en
procesión a la imagen que posteriormente se le otorgaría el título del
Patrocinio de la Virgen María, al desencadenar un torrente de agua a su paso
por las calles de Penàguila.
De
este modo, desaparecida la sequedad de los campos, quedó expuesta a pública
veneración a partir del año 1660.
Felipe IV y el reconocimiento de la advocación del Patrocinio
El
rey Felipe IV, buscando el amparo y protección de la Virgen María en el seno de
su reinado, se desplazó a la Santa Sede con la finalidad de que el Papa
Alejandro VII reconociera la advocación del Patrocinio de la Virgen María. Será
el 28 de julio de 1656, cuando el Papa Alejandro VII accede a que se instituyese
la festividad del Patrocinio de Nuestra Señora en un domingo de noviembre.
De
este modo, para dar debido cumplimiento a los deseos de Felipe IV, el arzobispo
de Toledo, don Baltasar de Moscoso y Sandoval, publica un Breve mediante Real
Cedula, que dice así: “El Rey. En la
devoción que en todos mis Reinos se tiene a la Virgen Santísima, y en
particular con que yo acudo en mis necesidades a implorar su auxilio, cabe mi
confianza de que en los aprietos mayores ha de ser nuestro amparo y defensa; y
en demostración de mi afecto y devoción, he resuelto que en todos mis Reinos se
reciba por Patrona y Protectora, señalando un día, el que pareciere, para que
en todas las ciudades, villas y lugares de ellos se hagan novenarios, habiendo
todos los días Misas solemnes con sermones, de manera que sea con toda
festividad, y asistiendo mis Virreyes y gobernadores y Ministros, por lo menos
un día, haciéndose procesiones generales en todas partes, con las imágenes de
mayor devoción de los lugares, para que con gran solemnidad y conmoción del
pueblo se celebre esta fiesta".
Es
a partir de este momento, cuando en toda España, bajo las órdenes de Felipe IV,
empiezan a celebrarse fiestas bajo la advocación del Patrocinio de la Virgen
María.
Don Pedro Domenech y la fundación de la “Huità”
Don
Pedro Domenech nació en el año 1647 en la ciudad de Valencia y falleció a las
20:00 horas el 14 de marzo de 1714 a los 67 años en dicha
ciudad.
Estaba
doctorado en Derecho Civil y Canónico, ejerciendo su vida profesional como “oydor
civil” de la Cancilleria Real de Valencia.
Será
el 16 de enero de 1714 cuando deja constancia de su última voluntad otorgando
testamento ante el escribano público de Valencia, Vicente Vazquez.
Su
residencia habitual estaba ubicada en la plaza Mosen Sorell de Valencia, y la
de Penáguila en la calle San Juan.
Fruto
de sus inquietudes y de su necesidad de que las tradiciones de su familia se
prolongaran en el tiempo de forma perpetua, deja constancia en su testamento de
que es en su familia en la que nace la festividad de la Virgen del Patrocinio,
dando el debido cumplimento a los deseos de Felipe IV.
En
la línea apuntada anteriormente, D. Pedro expone la siguiente argumentación: “mandó
el señor Felipe Quarto, se celebrase en todos sus dominios, la festividad de la Virgen del Patrocinio,
teniendo Bulla de su santidad, la empezó
á celebrar dicha festividad mí Casa, antes, que huviera ochavario, ó novenario,
y lo ha continuado hasta ahora, y assí quiero, que se amortize perpetuamente,
para que nunca falta á celebrarse con el mayor lucimiento como dispongo en esta
mí ultima voluntad, y assi quiero, y mando, y es mi voluntad, que se amortize
la festividad de la Virgen Santíssima
del Patrocinio en dicha Capilla de la Parroquial de la Villa de Penaguila, el primer día del novenario,
que se celebre en dicha Capilla, dando distribución, y limosna, y ejecutando
dicha festividad en la forma siguiente= Que el Presbítero, que celebre la Missa cantada, se le de
Quatro Reales moneda de Valencia de limosna de Missa, incluya la interesencia,
á los asistentes de Diacono, y subdiacono Seis Sueldos, y seis dineros á cada
uno; incluyendo tambien la interesencia, á los demas Beneficiados, que
asistieren á las horas diurnas, y nocturnas, y Missa, seis sueldos, y a los
recidentes, que asistieren la víspera de Nuestra señora del Patrocinio á la Salve , y el día de Nuestra
señora á la procesión, y Gozos, se les dé un Sueldo, y a los Beneficiados, que llevaren las Andas de
Nuestra señora en la procesión, por toda la Villa , se les añade Seis Dineros mas, que todo
sea un Diez, y ocheno, cuya repartición, que tocare á cada hora Canonica, y
Missa, la haga el Retor, y Clero, según constitución, y estilo, dexando al
Retor, la porcion doble donde la tuviere, Al Sacristan por el trabaxo de traer
dichos Paños, y demas, que dispongo, desde Casa de mi Heredero, y sucesor en el
Vinculo, de empaliar, de entapizar dicha Capilla, y volverlos á dicha Casa, y
puesto, de adonde les sacare, y encender la Ciriada , y lo demás, que convenga, y sea
necesario hazer en el dicho=El Dotor Don Pedro Domenech= primer día, Quatro
Reales moneda de Valencia, y seis Dineros por traer la Cruz;”.
De
este modo, queda patente que es la familia de D. Pedro Domenech la que empieza
a celebrar la advocación del Patrocinio, motivo por el cual posteriormente
pasarán a ostentar el primer día del octavario.
Fruto
de su devoción a la Virgen del Patrocinio, D. Pedro Domenech ordena como
ofrenda póstuma, que sus albaceas hagan una lámpara de plata con la palangana
del mismo material que atesora en su casa, utilizando como pedestal un “Floron de Yerro”. A su vez, con la finalidad
de que la lámpara permaneciera encendida de forma perenne, ordena a sus albaceas
que todos los años destinaran siete arrobas de aceite para dicha finalidad,
depositándolas en una tinaja en la sacristía.
Pero, si no es
suficiente con dejar prevista la iluminación de la Virgen del Patrocinio,
también establece las pautas que su sucesor debe seguir para ornamentar y
sufragar los gastos de la festividad. Así que D. Pedro establece “que para el adorno de dicho primer dia, y todos los demas, de dicho Novenario,
sirva la tapizeria que tengo de Paños de raz, esto es, los cinco Paños que
tengo en mi Quarto acá en Valencia, y los quatro Paños, que ya embié a
Penaguila, para entapizar el Quarto de mi Hermano, y señor el Dotor Ildefonso
Domenech, que todos son nueve Paños, y quiero que se entapisse dicha Capilla
con dichos Paños, de la mejor forma, que se pueda, y que depuse les recoja mi
Heredero, para que les guarde, y conserve á sus costas, mandandoles coser, y
remendar, haziendo para ello una Arca, como la que tengo acá, y quiero que mi
Heredero ussar dichos Paños, para entapizar sus Quartos, para que de este modo,
se conserven mejor.
Jtem, tambien para dicho primer día, y novenario, quiero assi el xarro dorado de
Plata; que tengo (componíendole el pie), como el Azafate, que tambien tengo de
Plata, serviran perpetuamente para adorno, y aguamanil, Assi mesmo quiero que mis Albaceas, si Yo no lo
hago en vida, hagan hazer un par de Vinageras de Plata; como su plato
proporcionado de Plata, en el qual tendrán sus asientos, y encaxes, para que
perpetuamente sirvan a las Missas cantadas de todo el Novenario. Tambien á mas de lo dicho, ha de hazer las
Ciriadas convenientes, y poner en dicho altar, y corniza treinta, y seis
Cirios, en los treinta, y seis Candeleros plateados, que tengo dados á la Virgen Santissima , y ha de
prevenir todos los años mi heredero; Predicador, y darle Dos Libras de limosna
por el Sermon; Y siendo mi voluntad, que assi dichas distribuciones, como
limosna del Predicador, y que no falte dicha Ciriada, y que se de la limosna en
el mismo día de dicha festividad, primera de dicho Novenario, en el Coro, á
cada hora lo que le tocare, como, tambien las distribuciones de la asistencia
de la Missa , y
lo mismo en acabando la procesión, y los Gozos, y el dia antes acabada la
salve, como se exercita dar las distribuciones en la Seu de Valencia”.
Haciendo un análisis
breve del párrafo anterior, podemos observar que D. Pedro no solo se preocupa
de embellecer con su patrimonio la capilla durante el día que su familia
sufraga la fiesta de la Virgen del Patrocinio, sino que también deja para los
restantes ocho días la tapicería, el aguamanil y ordena que se confeccionen
unas vinajeras de plata. Así quedan sentadas las bases mínimas, en cuanto a
ornato se refiere, que debe cumplir su heredero, y las cifras exactas en las
que deberá gratificar a todos los partícipes del primer día del novenario,
junto con la respectiva ciriada.
Para D. Pedro
Domenech era de suma importancia que sus bienes no fueran pasto del olvido y
quedaran en manos poco afortunadas para su debida conservación. Es por este
motivo, por el que establece todas las líneas sucesorias de su familia, quedando
excluidas las mujeres. Empieza por su hermano el “Dotor Yldefonso Domenech” y
solo en el caso de que todas las líneas sucesorias que estipula no tuvieran descendencia
alguna, nombra como sucesora universal a la “Parroquial de Penáguila”.
Firma del
escribano de la Cancilleria Real de Valencia, Victoriano Barberá, dando fe del
contenido del testamento.
Conclusiones
Han pasado ya
doscientos noventa y ocho años desde que D. Pedro Domenech otorgó testamento
ante el escribano de Valencia, Vicente Vazquez. Es hoy cuando sale a la luz un
fragmento de la historia de nuestro pueblo, al depositar Dª Elena Valor
Salinero en mis manos el testamento de su antepasado, testamento que certifica
los orígenes de la “Huita”. Por tanto, nos encontramos ante un documento
crucial para la historia de nuestras fiestas, ya que deja constancia de cuál
fue la familia que inició la celebración de la advocación del Patrocinio, así
como el modo en el que se debía organizar el octavario y las respectivas
retribuciones al clero. Es el momento de pasar a recodar a los antepasados de
la familia de Dª Elena Valor Salinero, como los fundadores de la “Huità”.
Agradecimientos
Antes
de concluir, quiero agradecer a Dª Elena Valor Salinero y a su hija Elena
Fenollosa Valor, toda la confianza que depositaron en mi al poner en mis manos
el testamento del Dr. D. Pedro Domenech.
Quique Brotons Alonso
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