SEXTO DÍA
Purísima Virgen María, fuente cristalina de misericordia, río caudaloso de celestiales gracias y nube prodigiosa, que regando los montes desde lo alto, dejas saciada toda la tierra y socorres a las criaturas antes que llamen a las puertas de tu clemencia, siendo toda dulzura, suavidad, benignidad y misericordia, para que así te descubran como Plátano exaltado en las playas cerca de las aguas, que se divisa como en espejo, mucho mayor, expresando así la grandeza de tu poder; mirad, Señora piadosísima, con ojos de misericordia a todos los que recurren a tu amparo y protección; y supuesto que eres una para todos, y toda para cada uno, que el Señor depositó en ti el tesoro de sus divinas misericordias, para que desciendan a nosotros por tus manos; que amas a quien te ama; que te hallan ciertamente los que te buscan, y aseguran la vida eterna los que dignamente te celebran; preparad mi alma, de suerte que te ame finamente, te busque, te celebre y te halle siempre propicia para asegurar con tu Patrocinio el riego de la divina gracia, el aborrecimiento de las culpas, el llorarlas amargamente, y recoger los frutos conducentes para conseguir una vida eterna. Amén.
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