diumenge, de desembre 26, 2010

Suscinta Memoria de las Fiestas en el Segundo Centario de la Virgen del Patrocinio 1893 III (colabora Joan Micó)

Descripción de los Festejos

Día 18 de Septiembre de 1893


Allá en la alborada; cuando empiezan a vislumbrarse las hierbecillas salpicadas de fresco rocío; cuando los alegres pajarillos sacudiendo sus alas saltan de rama en rama y se preparan a entonar alegres y armoniosos trinos; a aquella hora en que el afanoso labrador después de rezar su oración cotidiana, prepara su yunta para el trabajo; a esta hora en que todo parece sonreir, oyóse en lontananza algo inusitado; algo que alegra al alma; algo que regocija nuestro ser, pone en conmoción todo nuestro organismo y ese algo que tal influencia ejerce en nuestra materia y espíritu, es la armonía de la música que al toque de las primeras oraciones viene como a saludar a los vecinos de la villa, anunciándoles al propio tiempo la fiesta que en este día va a celebrarse.


Al igual que en el anterio, fueron repartidas a los pobres abundantes limosnas, se verificó la función religiosa a la hora de costumbre y predicó D. Enrique Fayos, Vicesecretario del Tribunal de la Rota, cantándose la misa del Maestro Aycart.

Por la tarde, también hubo solemnes vísperas, salve y gozos y tanto el medio día como al oscurecer, recorrió la música las calles de la población encendiendo con sus acordes, (si cabe más) el entusiasmo que reina en los corazones, para solemnizar el presente Centenario.


Al sonar las nueve de la noche toca rendir homenaje a la Virgen, a D. Francisco Valor Thous joven de acendrada devoción a nuestra madre; entusiasta como el que más por las Glorias de María, y sin embargo de haber dado pruebas en distintas ocasiones de su devoción y entusiasmo, con pena lo confesamos, en la preseten ocasión muéstrase indiferente, y teniendo en poco el acrecentar sus méritos ante la Excelsa Reina, hace como un desprecio de los devotos en general no asociándose al público regocijo. Este joven que tantas pruebas tiene dadas de su desprendimiento y generosidad; hoy que hasta los más necesitados se privan quizás hasta de lo indispensable para la vida por contribuir con su pequeño óbalo al mayor lucimiento de las fiestas, ha dado la orden a su apoderado, de que se haga solo lo ordinario. Es decir, lo de todos los años; lo que es de rigurosa obligación, porque a no ser obligatorio, creo también lo hubiera suprimido. ¿Y podemos decir con esto que se ha enfriado en su corazón aquel ardiente amor que siempre manifestó hacia la Virgen del Patrocinio? En verdad que debe estar muy lejos de esto, más obcecado por alguna causa que ignoramos y creyendo vengarse con su frialdad de algunas personalidades, no repara que se olvida en su ofuscación de la que siempre fue su protectora.


A pesar de estas miserias mundanas, los festejos han de seguir adelante, y el Presidente de la Junta de fiestas con muy bien acuerdo, ha ordenado que toque la música en la Plaza de la Iglesia al encenderse el tradicional "foc". Efectivamente; al volteo general de campanas, lanzan los instrumentos sus notas al aire; afluyen las familias a la plaza, y unos sentados, otros de pie y otros paseando, todos se solazan y recrean hasta las diez que termina el acto, retirándose satisfechos, contentos y con amor creciente hacia su joya más preciada la Virgen del Patrocinio.


Pocos, muy pocos quedan en la plza y podemos decir que estos pocos son la gente de trueno, la que vulgarmente decimos "de rompe y rasga" que queda en espera de más fuertes emociones. Pronto aparecen en escena fuertes cohetes que a pesar de la serenidad que muestra esta gente rezahada, no por eso deja de hacer ejercicios gimnásticos, para resguardarse de ser heridos con los frecuentes y rápidos giros de las carretillas.


No se dispararon tantos como en la noche anterior, pero hubo bastante juego con ellos y los aficionados se retiraron bastante satisfechos.