diumenge, d’octubre 23, 2011

Novena de la Virgen del Patrocinio II


AVE MARÍA



INTRODUCCIÓN





            Hincado de rodillas delante de una Imagen de María Santísima, y hecha la señal de la cruz, se dirá el siguiente



Acto de contrición.



            Rey supremo de la gloria, mi amantísimo padre y Señor mío Jesucristo, que por las entrañas de tu infinita misericordia visitaste a tu pueblo escogido, y naciendo de la piadosa, dulce y siempre Virgen María, cargaste con todos los pecados del mundo, y lo redimiste copiosamente con tu sangre preciosísima, dejando abiertas las puertas del cielo y cerradas las del abismo: por esta gran caridad, Señor, por aquella bondad incomprensible que constituye tu mismo ser, y porque os amo más que a todas las cosas que pueden amarse dignamente, me pesa rey mío, padre mío y Dios de mi alma de haberos ofendido, y propongo firmemente, con vuestra divina gracia, el enmendar mi vida y llorar amargamente mis culpas, y espero de tu inmensa piedad una indulgencia plenaria de todas ellas para cantar eternamente tus misericordias en la celeste patria. Amén.



ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS



         Reina esclarecida de todas las jerarquías, flor hermosa de los campos, azucena candidísima de los valles, torre prodigiosa de David, castillo fortísimo de la fe, muro inexpugnable de los hombres y divino escudo que los defiende, yo os adoro, os venero y os reconozco por Reina y Señora de todo lo visible e invisible, por ser madre dignísima de nuestro Dios, y por lo mismo te admiro, dulcísima María, tesorera de las divinas gracias, limosnera mayor del Rey y supremo de la gloria, desempeño de todos los mortales, y segura ciudad de refugio, donde hallan consuelo todos los fieles que se acogen y recurren a tu divina protección, como lo canta todo el pueblo cristiano; siendo continuamente el arco iris que desvanece las tempestades, la nube maravillosa que franquea abundantes aguas en los tiempos oportunos, la vara portentosa que nos defiende de todos los infortunios y adversidades, y el trono soberano de las gracias, que dispensas incesantemente a todos los que finamente te invocan. Para inclinar, señora y amantísima Madre nuestra, excelsa piedad a la gloriosa continuación de tu notorio y reconocido Patrocinio, te ofrezco rendidamente todo mi corazón, toda mi alma, todos mis sentidos, todas mis potencias, con todas las acciones meritorias que practicaré en este devoto Novenario, esperando que me alcances de la clemencia de tu dulce Hijo una viva fe, firme esperanza y ardiente caridad, con el resto de las demás virtudes, para que sirviéndole con toda perfección por toda la carrera de mi vida, consiga felizmente su bendición eterna, y ahora lo que deseo y pido en esta santa Novena, si ha de ser para gloria suya y bien de mi alma. Amén.



ORACIÓN PARTICULAR PARA

EL DÍA PRIMERO



            Poderosísima Virgen María, estrella hermosa de Jacob, luna perfectísima llena de virtudes y santidad, norte seguro de los cielos, y aurora maravillosa que anuncia al divino sol de justicia Cristo, Dios nuestro, que brillando tus divinas luces en el firmamento de la Iglesia, alumbras a los ciegos infieles que están sentados entre tinieblas y espantosas sombras de la muerte, ocasionada por las culpas, y piadosamente los guías como columna de fuego en la noche tenebrosa de sus maldades, hasta que resplandece el claro día de la gracia, y nace en sus corazones el lucero más divino de los cielos; siendo exaltada como Cedro elevado en el monte Líbano para crédito sin  igual de la altísima dignidad de Madre de Dios, y de tu admirable Patrocinio en beneficio de todos los hijos de Adán: alcanzadme, soberana Virgen María, por tu excelsa piedad, por aquel poder absoluto que reconoces en los cielos y en la tierra, y por aquella gracia singularisísima que te dispensó el Señor, nombrándote Madre del linaje humano, que me ilumine aquella divina luz, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, y no me falte tu brillante resplandor en toda ocasión, para que desterradas las tinieblas y sombras del pecado, que puedan ofuscar a mi alma, vea claramente la luz del cielo, y no pierda de vista el norte que me ofrece tu Patrocinio para celebrar tus misericordias en el monte santo de la gloria. Amén.



            Dicha la segunda oración, se rezará tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri, en reverencia de la Santísima Trinidad, que eligió a María Santísima para consuelo y Patrocinio general de todas las criaturas.



ORACIÓN QUE TODOS LOS DÍAS

SE DIRÁ EN EL ÚLTIMO LUGAR



            Soberana emperatriz de los cielos y de la tierra, Hija primogénita del Padre, Madre dignísima del Divino Verbo, esposa fidelísima del Espíritu Santo, espejo sin mancha, imagen perfectísima de la bondad de Dios, gloria inmortal de Jerusalén, alegría imperdonable de Israel, y honra indecible de nuestro pueblo, postrado humildemente a vuestros divinos y soberanos pies, os suplico con el mayor rendimiento y veneración, que usando de tus antiguas misericordias, mires por esta patria y favorezcas en todo tiempo y lugar a los que buscan tu Divina protección: y supuesto, Madre supercelsa, que eres poderosa en el cielo, donde triunfas gloriosamente como Reina; poderosa en el paraíso, donde quebrantaste la cabeza a Lucifer; poderosa en el infierno, de cuyo lugar tenebroso preservas la caída de innumerables criaturas; poderosa en el purgatorio, de donde sacas infinitas almas de cautiverio; poderosa contra todos los males de cuerpo y alma, y poderosa contra todos los enemigos así visibles como invisibles; ejercitad continuamente para consuelo y desempeño glorioso de tus hijos; y conseguid Madre y abogada nuestra, de la infinita piedad de nuestro Dios y Señor, el perdón de nuestros pecados, la perseverancia para los justos, la exaltación de nuestra santa fe católica, una paz general entre los reyes y príncipes cristianos, la conversión de los infieles y herejes al gremio de nuestra Santa Iglesia, la salud para los enfermos, el consuelo y resignación para los cautivos y encarcelados, el descanso para las almas del purgatorio y todos los socorros que verdaderamente necesitamos: y colocadme a mí, reina soberana, bajo la sombra de tus divinas alas, para que disfrutando tu favor todos los que celebran tu santo Patrocinio, vivamos consolados en este miserable destierro, y después te veamos gloriosamente colocada, como Reina de todo lo criado, a la derecha de tu dulce Hijo, que vive y reina con el Padre, en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.



            Ahora levantado el corazón a Dios, le pedirá cada uno por el real Patrocinio de María Santísima, aquella gracia o favor que desea conseguir en esta Novena.



            Hecha la deprecación, se dirá la Salve, y también se podrá decir la siguiente



ANTIPHONA.



Snb tuum praesidum confugimus, etc.

Ora pro nobis, etc.

Ut digni efficiamur, etc.







OREMUS



         Protege Domine famulos tuos subsidiis pacis, Beatae Mariae Semper Virginis Patrocinio confidentes, a cunctis hostibus, periculis redde securos. Per Cristum Dominum nostrum. Amen.



            Protege Señor a tus siervos con el auxilio de la paz, y protégenos de todos los enemigos y peligros, por el Patrocinio de la bienaventurada Virgen María. Por Cristo nuestro Señor. Amén.



            Todos los días se practicará lo mismo, a excepción de la Oración particular de cada día.