diumenge, de novembre 07, 2010

Festes Majors del 20 al 29 de setembre de 1953 VI

Nuestras Fiestas


!Les festes¡...Ya llegaron para Penáguila, como ayer para el pueblecillo que cuelga sus calles, como guirnalda, de peña a peña; como mañana llegarán para la villa industrial que, con el trabajo de sus hijos, va arrancando al agua del riachuelo que baña sus muros, fama y prosperidad.
Llegaron con las brisas de Septiembre, y al cobijo amoroso del manto azul de Nuestra Señora del Patrocinio, las fiestas mayores de Penáguila: Algazara..."revestida"... música... danzas... procesión... Las fiestas de septiembre!!!.
Feliz, Penáguila, pues celebra sus tradicionales fiestas! Porque las fiestas son tan necesarias a los pueblos, como a los hombres la risa. Hombre que no rie, está agobiado por la pena, o roido por el odio, o manchado por la culpa... Pueblo que no celebra, alegre y espontaneamente, sus fiestas, le llegó la discordia, la guerra o la desgracia...
Pero, así como la risa, para que llegue a florecer espontáneamente en nuestros labios, exige en el individuo ciertas condiciones internas y externas; psicológicas y sociales, las fiestas exigen para ser vividas por el pueblo con alegria y fervor, ciertas circunstancias en el vecindario y en el ambiente ciudadano.
¿No recordaís, vecinos de Penáguila, en qué año faltaron nuestas fiestas mayores?. Fué en aquellos años en que faltó concordia entre nosotros, o llegó el luto, el rencor, la desconfianza...
Y, además, las fiestas son útiles. Son revivadoras de lazos familiares, pues son ocasión y pretexto, para que el alojado del hogar de sus mayores, vuelva a él, y al encontrar en los brazos del hermano y en los ojos de la madre, amores puros, de los que no engañan, sienta su alma atada a los suyos de verdad.
Son fomentadoras del patriotismo, pues en estos días, hasta los que no pueden venir a unirse corporalmente a nosotros, piensan en estos campos y en estos aires; en estas calles y en estas fuentes; en estos riscos y montañas; en el lugar que les vió nacer, correr y crecer; donde tenemos nuestro pasado y donde quisieramos tener nuestro porvenir... Si; hasta el más olvidadizo recuerda, por las fiestas, a su pueblo, y piensa que está ligado a un terruño, a unas tradiciones y a una esperanza.
Son fomentadoras del espíritu religioso... Las fiestas de la Virgen del Patrocinio de mi pueblo. Benditos los pueblos de mi España que, nada, ni sus alegrías ni sus penas, saben vivirlas si no es a la sombra de un Santo, de una Virgen, de una Cruz, o de una Hostia!.
Pues si aquí aon "en honor de la Santísima Virgen del Patrocinio", allá son en el de San Jorge, la Virgen de los Dolores o el Santísimo Sacramento.... Siempre lo religioso unido a las cosas y hechos de mi Patria!.
Las fiestas nos arrastran a todos a los pies de la Virgencita buena que vela por todos y protege lo mismo al que viene muchas veces a postrarse a sus pies como el que muchas veces se olvida de hacerlo... Si; es nuestra madre...Más las fiestas son el "santo" de nuestra Madre celestial, y acudimos todos, sin excepción, en días tan señalados, a rendirle nuestro tributo de amor y agradecimiento. Luego la vida con sus afanes y preocupaciones, tal vez nos haga olvidarla, pero estos días, al pie del altar, sentimos hormiguear allá dentro en nuestras almas tantas cosas sencillas, viejas y santas, en un dulce amargor... que pronto se apagará, pero que ahora nos hacen desear ser buenos, ser mejores....
Por todo eso creo firmemente, que las fiestas son algo importante en la vida d eun individuo y de un pueblo, y quisiéramos que la plegaria que dirijamos estos días a nuestra patrona fuese esta:
¡Virgen Santa del Patrocinio!... conserva nuestras fiestas, alcánzanos de ese niño que llevas en brazos, Verbo de Dios, y, como Dios, Todopoderoso, que nunca falten, al llegar esots días de septiembre, les Festes Mayores de Penáguila.
Que no falten, Señor!, pues, sus músicas y rezos; sus tracas y procesiones, son el pregón y promesa de que hay alegría en nuestas vidas; fertilidad en nuestros campos; fé en nuestras almas, y paz en nuestra Patria.
Anclillo